Policía hispano asesinado era capellán voluntario

Rafael Ramos, de 40 años, no sólo era un devoto voluntario en su iglesia de Brooklyn sino que además esperaba dedicarse a la vida religiosa después de jubilarse como agente de policía, dijeron a The Associated Press personas que lo conocían.
«Él se veía, en el futuro, haciendo este tipo de trabajo de capellán como un ministerio a tiempo completo, después de retirarse de la policía», dijo a AP el reverendo Marcos Miranda, presidente de New York Chaplaincy Services y New York State Chaplain Task Force, donde Ramos tomó un curso de 10 semanas para obtener el título de capellán voluntario.
«Él me dijo que, a través de la policía, él pensaba que también estaba haciendo un ministerio porque él estaba protegiendo a su comunidad», señaló.
Ramos murió el sábado cuando un hombre llamado Ismaaiyl Brinsley le disparó a él y a su compañero de patrulla mientras se encontraban en el interior de su vehículo policial. El ataque ha sido considerado una emboscada en represalia por la muerte de dos hombres negros -Eric Garner en Nueva York y Michael Brown en Ferguson, Missouri- a manos de agentes blancos. Brinsley era negro y se suicidó después del ataque.
Ramos era un hombre tranquilo y callado, esposo de una mujer también puertorriqueña y padre de un niño de 13 años y de otro mayor que estudia en Bowdoin College, en Maine. Jaden, su hijo menor, publicó esta semana en Facebook lo mucho que añora a su padre.
«Fue el mejor padre que uno podía pedir», escribió Jaden. «Es horrible que alguien sea disparado sólo por ser agente de policía. Todo el mundo dice que odia a los agentes de policía pero ellos son a los que llaman cuando necesitan ayuda. Siempre te querré y nunca te olvidaré».
La muerte de Ramos y su compañero de patrulla Wenjian Liu es el último capítulo en una larga serie de tensiones entre la policía y la comunidad de color estadounidense.
Tras las muertes de Garner y Brown, numerosas protestas se llevaron a cabo en los últimos meses en múltiples ciudades del país para criticar a la policía, que muchos acusan de ser demasiado dura en el uso de la fuerza con gente negra e hispana.
Tras la muerte de los dos agentes, funcionarios municipales de Nueva York hicieron esta semana un llamado a la calma, condenando los asesinatos y pidiendo una cancelación de las protestas hasta que Ramos y Liu sean enterrados.
«La familia (de Ramos) pide que cese la violencia, en ambos bandos», dijo a AP John Rodríguez, un vecino del agente de policía hispano y presidente del consejo comunitario del precinto 75 de la ciudad. «Están pidiendo respeto. Están pidiendo paz. Ellos no han tenido la oportunidad de llorar a Rafael».