¿Somos parte del problema?

Por Fernando A. De León

Fue en el curso de los años 90-porque fue en 1992 cuando partimos hacia la ciudad de Nueva York-, cuando el ejercicio periodístico se envileció aún más. Podría apostarse a que, para esa época si algún segmento experimentó movilidad económica en República Dominicana, fue el conformado por un buen grueso de periodistas.

 

En esa etapa se debilitó la denuncia que desenmascara; se incrementaron los tuteos con funcionarios. Sin discreción alguna e irrespetando al público que los considera creíbles, muchos se ufanaban- y todavía están orondos-, de su estrecha “amistad” con algunos funcionarios. “Ese es mi amigo; mi hermano”, suelen decir algunos con vehemencia, al través de la radio y la pantalla chica.

 

En otras palabras, así como en estos tiempos la oposición no es pieza de contrapeso, también una buena parte de los periodistas por más “fuste” que den no muestran la sinergia que, con respecto a su relación con el funcionariado, deben sustentar.  

 

Otros, en sus artículos, asumen una actitud ecléctica; sus escritos son enunciados sobre ciertas debilidades del sistema, pero es obvio que se cuidan de responsabilizar a cualquier actor de nuestro escenario político.

 

Se desviven por adquirir ciertas “notoriedades” contaminadas, antes que asumir un perfil vertical de marmórea honestidad.  Sin trasvasarnos en posiciones marxistas y decimonónicas, entendemos que con respecto a quienes nos desgobiernan el periodista,-sin despotricar- debe ser como el proletario al patrón, si no es así, nuestra sociedad está jodida. ¿Acaso somos parte del problema?   

El autor es periodista, miembro del CDP en Nueva York, donde reside.