Mi Ventana Optica Morir, es Renacer

Por Alejandro Almánzar

Esta Columna, estaría dedicada a la ilustre magistrada, doña Miriam Germán Brito, pero lo que digamos aquí, sobra, porque cuando alguien ha vivido fiel al pudor, no hay injuria, ni lodazar que le salpique, pues lo único que enmarca a un ser humano, son sus hechos, y de ella, su ético proceder bien conocemos.

 

Penoso es, que buscando embarrar su nobleza, discípulos de Bosch, justifiquen al fundador del PLD, cuando dijo, “para ser político, se necesita ser (Sinvergüenza, Charlatán y Ladrón”, que pena, ella, y nuestra Yeni Berenice, hayan tenido que pasar por la pocilga, sin ser de raza porcina.

 

Que sus alumnos, hayan convertido al Estado en una plaza donde la honestidad y la vergüenza no encuentran espacio. Pero dejemos eso ahí, y mejor hablemos de algo, que muchos conocen, pero que por miedo soslayan.

 

Hablar de Helena Petrovna Blavatsky, y su Teosofía, sobre la llamada “muerte”, creo más importante, que los lectores puedan conocer, (quienes somos, de dónde venimos, para donde vamos, por, y para qué, estamos aquí).

 

Estos escándalos terrenales son para distraernos, y no dejarnos espacios para preguntarnos y respondernos estas interrogantes que darían más sentido al vivir. Desde niño, las busqué dentro de mí, sin tener respuestas, pero algo me decía, que nacer y morir, son sinónimo uno del otro, que si el día, la noche, y las estaciones, mueren para volver a nacer, con nosotros no será diferente.

 

Aunque es fácil advertir el motivo que estas enseñanzas se hayan mantenido en tan riguroso secreto, cuando tanto bien hubieran causado, si se difundieran entre las masas, pero como los fines justifican los medios, “nada humano…”.

 

Porque la ignorancia y ceguera, resultan rentables para los fines de quienes intentan controlar el mundo. Pero para despejar ese mar de confusión, esta mujer rusa, nos deja otras interrogantes. ¿Acaba todo con la muerte? Y si no, ¿Se nos ofrecerán sólo dos variantes después de morir para la eternidad?

 

¿Iremos, realmente a un precioso, pero monótono paraíso, donde llevaremos una vida beata, o peor, nos condenarán a arder en el (infierno) por siempre, sin la posibilidad de redimirnos, o corregir nuestros errores, cualesquiera que sean? No es una perspectiva risueña, especialmente, el segundo caso.

Esto revela, que la muerte no es más que el paso al renacimiento, porque igual que un alumno no puede graduarse en el primer semestre de una carrera universitaria, tampoco, en una vida de cien años se pueden subsanar errores o (pecados) de viejas reencarnaciones.

 

Que Gautama (Buddha), se quedó cortó, cuando descubrió (el mundo entero estaba soñando) y peor, que en pleno siglo XXI, todavía nos tengan dormidos, y que en lugar de adultos en Cristo, nos manejen como niños, cuya salvación depende de la expiación indirecta, “Jesús ven, sálvame”.

 

Gracias, que hoy, voces como esta se levantan para despertarnos, y sacarnos de las tinieblas, y cual Águila, elevarnos hasta el infinito. Pero ¿Somos los hijos de Dios, Cuerpo o Espíritu? Y, ¿Si lo que muere es la Carne, qué pasa con el espíritu?

 

¿Llegará el día, en que nos identifiquemos con este, en lugar de la forma humana que desaparece? Esto último sería peligroso, pues los usureros del negocio secuestraran nuestro espíritu. Blavatsky, en su teosofía nos revela “somos Almas y no simples mortales”.

 

Fuente: www.nueva-acropolis.es

alex15958@hotmail.com

Twitter, @alexalma09