Vencer el miedo

Por Oscar López Reyes

            En la incertidumbre por el riesgo de contraer coronavirus, ciertas personas tendrán dificultades para conciliar el sueño y lanzarán gritos cuando sientan un dolorcito sospechoso o antes de que les saquen sangre. Posiblemente, los fármacos tranquilizantes no les harán efecto, por la altísima tensión neuromuscular y el bloqueo mental.

            La aprensión a la patofobia (enfermedad) incuba desazón y ansiedad, más aún cuando los hemisferios cerebrales somatizan la necrofobia (muerte). Abren la compuerta para viajar a un vacío desconocido los síntomas psicofisiológicos, como la  desconcentración, los temblores, aceleración de las palpitaciones, el deseo de orinar o defecar, la palidez del rostro y el balanceo del cuerpo.

            Calman, revitalizan el sistema nervioso, liberan del miedo y estimulan la autoconfianza la Hatha Yoga, que presenta más de mil asanas o posturas corporales. Antes de practicarlas, relajan acostarse en el piso boca arriba, arrodillarse con las nalgas sobre las plantas de las extremidades inferiores, pararse erguido como una estatua, sentarse con la cabeza tocando los dedos de los pies, levantar la cabeza, el pecho y el abdomen, apoyado en los brazos.

             Armonizan en la paz interior la Mantra Yoga o meditación -comprobada científicamente-, que consiste en pronunciar repetidamente, en silencio, un mantra o sonido pre-seleccionado, como OM, OM, OM…. Se cuenta, callado y sentado cómodamente,  hacia abajo: 50, 49…..1 y O.

            Asimismo, eliminan y/o reducen las fobias, los trastornos psicosomáticos e impregnan optimismo la respiración controlada, la musicoterapia, la risoterapia, la sugestión afirmativa o sugestología: “me siento tranquilo y bien”; la terapia de visualización, la Programación Neurolingüística (PNL) y la región o salmos de la Biblia, como Isaías 41:10: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, yo soy tu Dios…”.

Estas filosofías y técnicas me han sosegado en adversidades. En la poblada de 1984 conté más de 100 muertos, en el 2002 presencié, en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York, la caída del avión/vuelo 587, que no abordé por llegar tarde; en el 2005 contribuí a desbaratar una banda narcoterrorista que operaba en la parte alta de Santo Domingo y durante 13 años batallé en los tribunales para que los sentenciados por el asesinato de una hermana purgaran sus penas, y hace dos años observé una intervención quirúrgica de catarata, para lo cual me pusieron anestesia local.

            Como  no puedo acudir a la piscina, reviso un fardo de libros que escribí y con los cuales  estableceré el récord de ser el dominicano que más obras pondrá en circulación en un acto; como no voy a la sala de yoga, la practico en casa, y como no estoy caminando en el parque, bajo y subo escalones. Escoja usted una terapéutica para que no caiga en pánico, por el virus.