EEUU: Gobiernos que reabrieron rápidamente dan marcha atrás

Los gobernadores están aprobando medidas que antes habían rechazado

ESTADOS UNIDOS-Cuando Texas empezó a mitigar las restricciones del coronavirus, el gobernador Greg Abbott no usaba mascarilla. Prohibió a los alcaldes tomar precauciones adicionales durante una de las reaperturas más rápidas de Estados Unidos. Dijo que la Casa Blanca respaldaba su plan y que la gente podía salir de sus casas con seguridad. Dos meses después, la oleada de contagios lo ha obligado a dar marcha atrás.

Esto no está limitado a Texas, donde Abbott frenó bruscamente la mitigación y exhorta a la gente a quedarse en casa. En Arizona, el gobernador Doug Ducey declaró al estado “en pausa” en momentos en que se agota rápidamente la capacidad de los hospitales.

A medida que la oleada de infecciones supera diariamente los récords de casos confirmados y hospitalizaciones en el sur y el oeste de Estados Unidos, los gobernadores están aprobando medidas que antes habían rechazado y su tono de voz se vuelve más perentorio.

La crisis creciente pone a prueba a los gobernadores —muchos de ellos republicanos que aceleraron la reapertura antes que el resto del país— al aumentar las presiones de sus ciudades más grandes, expertos en salud e incluso cámaras empresarias aliadas. Cualquier retroceso podría colocarlos en oposición al presidente Donald Trump, que ha tratado de hacer caso omiso del virus y regresar a la campaña electoral, negándose a usar la mascarilla en público.

El retroceso más notable en los estados republicanos es permitir que las autoridades locales obliguen a usar la mascarilla, una concesión que ciudades como Phoenix, Arizona y Little Rock, Arkansas, se apresuraron a aprovechar, pero que se considera insuficiente para contener los brotes.

En Arizona, Ducey resistió las presiones de cerrar los restaurantes cuando comenzó a propagarse el virus en marzo porque su estado, dijo, no experimentaba un contagio explosivo como Nueva York. Los alcaldes demócratas de Phoenix, Tucson, Flagstaff y otras ciudades decretaron sus propias restricciones.

El gobernador respondió con un decreto que cerraba los restaurantes en condados con grandes brotes, pero declaraba “esenciales” los campos de golf y otros negocios que no se podían cerrar.

La semana pasada, la rápida extensión del brote lo obligó a dar marcha atrás y autorizar a los gobiernos locales a aprobar el uso obligatorio de la mascarilla.

Las cifras “siguen avanzando en la dirección equivocada”, dijo Ducey el jueves.

 

AGENCIA  AP