Escaladas previsibles de suicidios

Por Manuel Vólquez

Un apreciado amigo, médico, me comentaba que temía por la escalada de casos de suicidios que pudieran ocurrir en los próximos meses en la República Dominicana debido a problemas coyunturalesrelacionados con la crisis sanitaria que padecemos por el Covid-19.

Decía que esos hechos surgirían por la impotencia de los ciudadanos en resolver situaciones personales o familiares, fruto del desempleo, factor que degeneraría en un impacto depresivo colectivo que terminaría en una desgracia.

Ponía como ejemplo que muchas personas despedidas de sus empleos a causa de la pandemia y otras razones, para sobrevivir, han contraído compromisos financieros a corto plazo para comprar vehículos y trabajar como taxistas independientes, una fórmula con la que buscan ganar dinero para el sustento familiar.

“Llegará el momento que esas personas no podrán saldar las deudas, les quitarán los vehículos y entonces quedarán sin nada, situación que les producirá una crisis depresiva que terminaría en el suicidio”, decía este profesional.

Además, me expresó su preocupación por las cancelaciones de más de tres mil médicos que laboran en instituciones del Estado.

Me comentó el cuadro calamitoso que a su juicio padecen los galenos, sobre todo los que laboran en los centros públicos de salud.

“Cancelan a los médicos para inmediatamente llenar las plazas vacantes con otros médicos del actual gobierno. Esas cosas no deben ocurrir porque el país necesita a esos profesionales”, agregó.

Lo cierto es que el suicidio es un problema complejo en el que intervienen diferentes factores, entre estos psicológicos, ambientales, sociales y biológicos y todos estos han sido tocados por la situación de pandemia mundial.

La República Dominicana registró 366 casos de suicidios en los primeros ocho meses del actual año 2020, la mayoría cometidos por hombres mayores de 18 años, según cifras extraoficiales divulgadas por medios de prensa.

El 11 por ciento pertenece al grupo de edad de 20 a 24 años, mientras el 10,9 por ciento representa a los de 45 a 49 años.

Las estadísticas también señalan que del 1 de enero al 10 de agosto pasado, el 84,2 por ciento de los fallecidos por suicidios en el país fueron del sexo masculino y el 15,8 por ciento, mujeres.

La Organización Mundial de la Salud reportó que en 2019 una persona se suicidó cada 40 segundos y aunque no cuentan con cifras actualizadas, para este año habrá un aumento en los intentos de suicidios debido a la pandemia, por lo cual invitó a los países a no descuidar la atención psicológica y la salud mental.

Otros registros periodísticos indican que los primeros cinco meses de este año, 238 per­sonas se suicidaron, cinco más que los ocurridos para el mismo período en 2019, cuando 233 personas se qui­taron la vida.

Como podemos apreciar, son cifras diferentes que no concluyentes con la verdadera realidad de defunciones por esas causas porque, de acuerdo con los señalamientos de mi amigo médico, muchos suicidios no se publican a solicitud de los familiares de las víctimas por cuestión de honor o evitar comentarios de las gentes.

La depresión ha sido la principal causa de esas muertes durante el período enero-mayo del año en curso, con 108 (45%), once más que el año pasado por esa cau­sa, seguido de los problemas pasionales, con 26.

Otras causas fueron los trastornos mentales, con 15; problemas económicos y deudas, siete suicidios; pa­decimientos de salud, tam­bién siete, y conflictos fami­liares, cuatro.

La mayor cantidad fueron cometidos por personas con edades entre 30 y 49 años, con un total de 81 casos, seguido de 50 a 69 años con 60 casos y 18 a 29 años con 50 casos.

Diez adolescentes se qui­taron la vida, con edades comprendidas entre 10 y 17 años, mientras personas ma­yores de 70 se registraron 25 casos. En doce casos la edad no pudo ser establecida.

Los especialistas como psiquiatras y sicólogos aseguran que la crisis económica que padece la República Dominicana conducirá a depresiones severas en los sectores más pobres, en especial aquellos desempleados y los afectados por enfermedades de alto riesgo de salud, que en última instancia optarán por despojarse la vida.

Es un cuadro deprimente que las autoridades están a tiempo de enfrentar.