La mafia boba
Por Fernando A. De León
Confirmado. En nuestro sector periodístico, persisten apandillados que conforman una suerte de “mafia boba”, que se opone a que el gobierno de turno, cual que sea, pensione a periodistas neoyorquinos dizque porque tienen buenos salarios en dólares, y no las necesitan.
Testigos de excepción, ya saben a qué me refiero, me confirmaron que, en mi caso, se habló de que yo estaba pensionado en esta urbe y que no necesitaba de esa Pensión Especial.
Y, los que con sus malquerencias, piensan así, son los que exhiben una sonrisa de aeromoza y saludan desenfadadamente como si nos apreciaran de veras; viven de mamandurrias y, aunque aparenten ser contestatarios, siempre protegen a uno que otro político corrupto o a un empresario mafioso.
Son los grupitos de profesionales del periodismo que conocemos de siempre; es decir, los que además de su mala fe, ahora adoran a Luis Abinader; pero recientísimamente, se aprovecharon del pasado gobierno que encabezó Danilo Medina.
Estos son los menos; la mayoría de los periodistas que fueron reporteros y hoy ocupan otras posiciones, regularmente, es gente sana y buena. A los que me refiero, son los mismos que me vieron en las calles, que sin tener una espada de Gladio, me enfrentaba a los agentes policiales en ciertas contingencias como un gladiador del periodismo. Es decir, que tanto o más que otros, merecía mi exigua pensión.
Y lo penoso de esto es, que tal vez correspondiéndose con lo perverso y malicioso de los que conforman este grupito de mafiosos; me he enterado que con diez mil pesos menos, también se me cargará un impuesto de un 5.6 por ciento, es decir más de mil pesos.
Parecería que el gobierno y otras autoridades están contestes en que se nos debe “diasporizar” y darnos cualquier cosa, porque como dijo alguien “jodemos mucho”.
Pero esta vez, sin ser modesto, debo decir que si alguien en el exterior se merecía o merece una pensión, soy yo. Es un problema de conciencia laboral. Esto, muy a pesar de lo que piensen periodistas de oficinas y los que conforman la precitada “mafia boba”.
El autor es periodista, miembro del CDP en Nueva York, donde reside.