Defensa fragüera

Por Fernando A. De León
“Ese no, ese no”, repetía, con vehemencia, rabia e indignación, Miguel Ángel Jiménez Tapia -Papito-, tras asumir mi defensa ante alguien que sostenía que yo las consumía, y estaba involucrado en asuntos de drogas, en Nueva York.
Resulta que hay malos dominicanos, y no son pocos, que si uno mantiene principios y convicciones políticas adversas a las de ellos, no solo son enemigos encubiertos que te desean lo peor; además, te ligan a actos indebidos.
Pero en mi entorno de otros tiempos, no son la mayoría, y suelen asumir mi defensa a capa y espada. Papito y yo nos conocemos desde pequeñines, cuando cursábamos la escuela elemental en la otrora Padre Billini. Más tarde, en 1971, juntos; nos matriculamos en la UASD.
Pero, además, él vivía en calle Juana Saltitopa a esquina la otrora Félix María Ruiz, y yo en la zona de Borojol, de Villa Francisca. Siempre tuvimos contacto y nos veíamos con regularidad. Sabía de mis inquietudes musicales, mi afición al son; y sobre todo, cómo pensaba, en lo político.
Lo interesante de esta hermandad de larga data es que, aun yo residiendo en Nueva York, entiende que no soy de los que se desvían tan fácilmente.
El testimonio de este exempleado de Bienestar Estudiantil en la UASD, y en su época, firme militante del grupo Fragua, apéndice del 1J4 nos dice cómo muchos de los que han claudicado, se molestan porque otros se mantienen verticales.
Nuestro curso político, traza el camino de cómo se han vendido a los sectores de derecha, y, con todo y progreso económico, se sienten infelices ante los que no hemos obliterados nuestros ideales.
Algunos quisieran que fuéramos sus pares en cuanto a ciertas abyecciones. Tal parece que aun y con todas sus canonjías debido a saltos de garrocha, los acicatea un mea culpa, al comprobar que no todos somos iguales. Estábamos, como dice el refranero: “juntos, pero nunca reburuja’os”.
El autor es periodista, miembro del CDP en Nueva York, donde reside.