Barrabasadas
Por Fernando A. De León
El problema de nuestros gobiernos tradicionales es que en la carrera por mantenerse en el poder, el funcionariado, indefectiblemente, incurre en discursos que conforman barrabasadas que podríamos calificar como solemnes y “augustos” disparates.
Decir que los dominicanos ausentes en el exterior (no diáspora como quieren calificarnos), sobre todo en Nueva York, están enviando al país más remesas y podrían enviar menos “tanques de comida” y otros artículos porque los precios se han encarecidos más que en República Dominicana, resulta, por no decir otra cosa, unas declaraciones insólitas.
La afirmación fue hecha recientemente por el director ejecutivo del Instituto de los Derechos del Consumidor Pro-consumidor, Eddy Alcántara. Y lo dice en el momento en que muchos dominicanos, según hemos comprobado, descartan, al menos por ahora, el retornar a vivir en República Dominicana. Esto, al margen de un simple viaje de paseo u otra emergencia.
Con regularidad, en las calles de Broadway, en plena acera, vemos como amigos y otros conocidos cargan con tangues que llenan de alimentos enlatados y otros artículos para enviar a sus familiares que, según nos dicen; no pueden más con los altos precios de los alimentos.
En cuanto a las remesas, si han aumentado, se debe a que aparte de que han ahorrado de los estímulos en dólares recibidos durante la pandemia, también tienen más poder adquisitivo. La diferencia con lo que dice el funcionario es que la mayoría de alimentos en República Dominicana, por el agiotismo, si suben de precios, no bajan.
Además, los dominicanos neoyorquinos prefieren hacer un esfuerzo comprando sus alimentos aquí y enviar los tanques primero, y luego ellos retornan a vacacionar o quedarse. Estos últimos son los menos.
Esto significa que prefieren abastecerse de lo que necesitan en este país, y no allá. Eso desdice que los precios de los alimentos en República Dominicana, para ellos, que manejan una moneda más fuerte, sean más bajos.
Y no estamos enumerando algunas asistencias de ayudas periódicas, como las tarjetas de débito de las llamadas OTC, con las que también pueden adquirir, entre otros, alimentos, medicamentos, pastas dentales, jabones, y hasta perfumes.
El autor es periodista, miembro del CDP en Nueva York, donde reside.