Mi ventana óptica Delincuencia como fenómeno

Por Alejandro Almánzar

Un mal social, generado por diferentes causas, que algunos atribuyen a falta de oportunidades y pobreza. Estas excusas no la comparto, pues si así fuera, esto no existiría en naciones desarrolladas.

En cambio, pudiera tener sus bases en hogares disueltos, partos de menores, donde niños pasan a ser “criados” por abuelitas igualmente jóvenes, que necesitan quemar etapas. ¿Cuál fue nuestro patrón? Desde los 7 años, nos enviaban a aprender oficios y a limpiar zapatos después de la escuela, el dinero obtenido era supervisado por adultos, que si veían era mucho, pedían cuentas.

Asegurándose, no proviniera de algún ilícito y castigaban al muchacho si comprobaban cualquier anomalía. La jovencita, iba a estudiar secretariado, enfermería, estilista o modista que, al hacerse adulta, ya tenía medio para emplearse y vivir decentemente o trabajando independiente.

El problema empieza, cuando su entorno le convence de que empleándose nadie progresa y prefieren tenerlos acostados hasta que llega la hora de irse para las calles, y celebran cuando este lleva abundante dinero.

El Estado tiene su culpa, con leyes que premian al delincuente, pues su único castigo es ir a prisión, en la que entra por un delito menor y de ahí sale preparado para cometer hechos más atroces.

Nunca como ahora, los jóvenes habían tenido tantas oportunidades, incluso de buscárselas desde sus casas. En New York, están todas las oportunidades para cualquier persona prepararse y ganar suficiente, sin embargo, las calles se tornan altamente peligrosas con la criminalidad.

La ciudad necesita personal para emplearlo en muchas áreas, ejemplo, el ministerio de educación requiere empleados a todos los niveles, compañías de autobuses buscan conductores y ayudantes, igualmente camioneros.

Respeto opiniones ajenas, pero otro concepto esgrimido que me resulta insultante es escuchar decir que son pobres quienes delinquen, pues siendo así, yo sería el presidente del Sindicato de Delincuentes Unidos (SINDEUNI).

Quienes esto afirman, quizás lo hacen por desconocimiento o por asunto político, algo lamentable, pues así no ayudamos a detener un problema nocivo para todos. Rechazo las ejecuciones extrajudiciales, que en un sistema minimamente civilizado se cometa tal ilegalidad, pero sin dudas, esta lacra debe ser sacada de las calles por la paz ciudadana, y evitar la facilidad con que estos criminales salen de las cárceles habiendo cometido hechos espantosos para despojar al ciudadano de sus pertenencias.

Porque saben, en prisión siguen viviendo la buena vida sin luchar, algo discriminatorio, que condena a la víctima a mantenerlos con sus impuestos. Esa forma de aplicar “justicia” algún día debe revisarse, pues en lugar de castigar, premia la maldad, distinto sería, cuando este sepa que en la cárcel será obligado a estudiar y trabajar para mantenerse y pagar los servicios legales.

Dicho flagelo debe ser tratado con mayor severidad, ese muchacho llega al hogar con una moto, un carro y compra pintas, sin nadie preguntarle cómo lo consiguió, y los adultos aplauden su “heroísmo” de vivir bien llevando zozobra a la gente buena.

Como está la ciudadanía, porque mientras el criminal sepa que no pagará mayor consecuencia que ser encerrado, viviendo de gratis, no hay motivos para renunciar al privilegio que el pueblo sano no disfruta.

El país necesita instituciones que prevengan el delito ante que enfrentarlo, así como un mayor compromiso de las familias para detener el fenómeno de una delincuencia que atemoriza y socaba la paz social.

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