Mi ventana óptica Otro noviembre letal
Por Alejandro Almánzar
Aunque somos un referente en poner candado después que nos roban, esta nueva tragedia demuestra que ni siquiera de experiencias pasadas aprendemos y que tampoco sirven advertencias sobre posibles catástrofes.
El geólogo Osiris de León, publicó un informe que hiciera en 1999, sobre las fallas del muro colapsado, el CODIA, también hizo sus recomendaciones al respecto, pero en una sociedad, donde la clase política no paga consecuencias por sus malos actos, nada de extraño tiene que nadie corrigiera el problema.
Y que hoy, la población esté marcada por otro día lluvioso, que compite con las lágrimas de quienes perdieron a los suyos, por una mezcla de dejadez municipal, de Obras Públicas y la imprudencia de ciudadanos mal educados que tampoco ayudan a evitar desgracias como estas.
Imágenes que circulan en redes sociales y medios tradicionales muestran un escenario dantesco en la intercepción de las avenidas Máximo Gómez y 27 de Febrero, que de haber un poco de prudencia pudo haberse evitado.
Una pared que cae sobre vehículos atascados por la inundación que ahí se forma cuando llueve, porque no sólo se hicieron los sordos ante la advertencia, sino, que tampoco hay una autoridad encargada de dar mantenimiento y supervisar.
Ahora culparán a las torrenciales lluvias de la muerte de ciudadanos que pagan sus impuestos para que los ayuntamientos por lo menos limpien el drenaje pluvial. Estamos repitiendo lo mismo del año pasado, como si se tratara del mismo suceso, sólo que esta vez de un mayor impacto.
Estamos en un país, donde la gente tira desperdicios sólidos a las calles, que esperan la lluvia, para lanzar basura y que las autoridades tampoco cumplen con el deber. Hay motivos y razones de sobra para quejarnos de la debilidad de un Estado, donde los políticos sólo tienen espacio para apostar a la continuidad cuando llegan al poder.
Y no se trata sólo de los actuales, es un problema tan viejo como nuestra existencia. Sería 2010, cuando una familia compuesta por seis personas regresaba del aeropuerto las Américas en hora de la madrugada e igual se encontró con un río infranqueable en la 27 de Febrero y avenida Duarte, donde murieron ahogados, en noviembre de 2022, se cree que más de 12 ciudadanos murieron arrastrados por las aguas en plenas calles de la ciudad.
Gente que no vivían a orilla de un río, fueron arrastradas por una corriente de aguas que no encuentra escape, convirtiendo calles y avenidas en peligrosos ríos, lo que menos espera encontrar nadie en plena zona urbana, como si la autoridad no conociera de planificación.
Alcaldes, que manejan a su discreción un presupuesto altísimo, usado mayormente para pagar favores políticos a individuos que no rinden ninguna labor al municipio. Porque saben, además, que tampoco hay una justicia que les pedirá cuentas sobre el uso y abuso de los fondos públicos, a menos que no se trate de montar un show político para destruir reputaciones.
El mismo aguacero que inundó la ciudad hace un año y sembró el caos, esta vez se repite para desnudar la forma irresponsable cómo se manejan los políticos una vez alcanzan el poder en un país, donde las regulaciones no existen. De ahí que tengamos a otro noviembre letal, con las autoridades maquillando las cifras de muertos que los medios deben publicar.
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