Educar para los nuevos tiempos
Por Fernando A. De León
Si entendemos que la familia es el axial de nuestra sociedad, en conglomerados como la República Dominicana debiera haber censores o tutores que orienten a los progenitores sobre cómo educar certeramente, acorde con los nuevos tiempos.
Esa orientación, preferiblemente autónoma, es decir desligada de gobiernos, militantes políticos, y politiquerías, sobre todo en los hogares pobres y monoparentales donde la madre lo es todo, cumpliría con direccionarlas para que sus hijos, con resiliencia, puedan subsistir en una sociedad corrompida.
Con perspectivas de visionarios, señalarían sobre cómo asumir el modelo educacional correcto. Evitar la sobreprotección; el advertir constantemente (como en nuestro caso), que están compelidos a ser serios como el padre ausente; y moderar el celo excesivo que, al paso del tiempo, deviene en formar seres “inadaptados y paranormales”.
Y esto debe ser así, porque algunos de nosotros nos formamos rechazando el sistema y el orden cosas. No encajamos en el oficialismo, ni por comisión ni omisión. Como es obvio, aunque nos superemos, no somos “exitosos”. Claro, esto último, con genuflexiones y todas las malas artes aplicadas hoy.
Y, como dijo recientemente el presentador Michael Miguel Holguín; tenemos de frente a gobiernos, una buena parte de la sociedad, y un Estado, donde hay una “guerra” contra los méritos de gentes que se respeta. Es decir, son indiferentes con los que no han obliterado sus principios, que no delinquen ni son dados a corruptelas.
Nos legaron una educación que resultó ser una utopía; sobreviniendo un futuro que resultó ser uno cargado de cinismo, percepciones, infravaloraciones, y pantallazos, donde desborda la mentira.
Cuando no se hacen amarres con personeros del sistema ni con profesionales que bailan al ritmo del funcionariado de turno; que no cumplen con el que debería ser su rol social, la proclamada honestidad y decencia de los enquistados en el poder, aunque con “sutilidad”; marginan a los disidentes.
Creíamos que todo cambiaría para bien en la sociedad dominicana; pero todo sigue más o menos igual. Quienes nos gobiernan asumen similares falencias mostradas por sus antecesores, a los que criticaron acremente.
El autor es periodista, miembro del CDP en Nueva York, donde reside.