Por Fernando A. De León
En la semana del periodista, contrario a décadas pasadas, uno siente cierta desazón al celebrarse esta fecha, y tener que felicitar a veteranos colegas y a otros, en su día; por no aparentar confundirlos con los improvisados de hoy.
Fundamentalmente, el periodista es el hacedor de noticias. Todavía tenemos como una tarea que no puede soslayarse, el trabajo del reportero que sabe cuál es la noticia; que cubre los hechos o las fuentes, y luego redacta las noticias. Universidades y escuelas de periodismo deberían formarlos teniendo como materia básica y obligatoria para recibirse como profesionales, el bien redactar.
Esto puede afincarse más con una reformulación del título de los graduandos, que diga expresamente que son Licenciados, o Técnicos- si es el caso-, en Redacción de Noticias y Comunicaciones. Creemos que esto así porque estamos abarrotados de comunicadores y opinantes que no son periodistas.
Nos llama la atención el que en las redes siempre coloquen como logotipo del periodismo, un micrófono. Ello podría enviar el mensaje de que todo el que lo utilice para comentar, es un periodista. Debe considerarse como tal a todo aquel que en el laboratorio, cual que sea la sala de redacción, aprenda a redactar con rapidez y precisión.
Debería estar representado por una de las otrora maquinillas, o en su defecto, una computadora con un hombre o una mujer periodista escribiendo, o cualquier otro símbolo que se le relacione. En cuanto al artículo, ya se sabe que un articulista no es necesariamente un periodista.
(Al margen de todo esto, creemos que se puede ser buen periodista, aun con un bajo perfil. Ejemplo de esto, Manuel A. Quiroz, galardonado en el Día Nacional del Periodismo. Nuestras felicitaciones).
En otro orden, no obviamos que el periodismo tiene varias facetas. Tener un programa de entrevistas o comentarios, no lo desmerita. Pero, no debe considerarse periodista a cualquier profesional, en otra área, que trate de invadir el sector. No podemos seguir siendo el recipiente o instrumento de quienes ensayan a “buscárselas”.
Además, no se concibe que el que se precie como periodista exhiba deficiencias ortográficas, hasta hablando; lo que observamos con mucha frecuencia.
El autor es periodista, miembro del CDP en Nueva York, donde reside.