Nuestra culpa

Por Fernando A. De León
El escritor y guionista español, Pere Cervantes, dijo que en Occidente somos educados “para juzgarnos a nosotros mismos”. Pero al sostener esto, también cita al filósofo alemán Friedrich Niestzche en la afirmación de que, la culpa de nosotros, proviene de “la interiorización de nuestros impulsos reprimidos”.
Reflexionando sobre estos criterios consideramos que ambos, de algún modo, se corresponden con nuestra nuestra República Dominicana. Podríamos decir que, ciertamente, la mayoría de los dominicanos, aunque no lo manifestemos, en lo político, nos auto-enjuiciamos y siempre terminamos sintiéndonos culpables.
Cada cuatrienio o luego de ocho años de gobiernos tradicionales, persiste un recurrente complejo de culpa. Nos explicamos; queremos significar que, en periodos electorales, se cambia de partido en el poder y de presidentes; pero siempre tenemos los mismos resultados. No aprendemos. Facilitamos a los partidos; al funcionariado de turno; a los gobiernos y empresarios, el clima político y social que les es conveniente.
Y es muy posible que por esa machaconería política es que, muy a nuestro pesar, dizque crecemos económicamente, y hay relativa paz laboral y social. Siempre en perjuicio del pueblo llano. Claro, por inercia, acomodamos a los que están en el poder. Ello, con la complicidad de ciertos sectores que devienen en rémoras.
Realmente, hacen falta ciertos sacudiones político -sociales y culturales que cambie efectivamente el actual orden cosas. Hay que hacer lo posible para que ese crecimiento económico y paz social, se vuelque en favor de los desposeídos.
Pero además, se hace urgente apelar a un correcto código moral diferente al que, con demagogia, tratan de establecer nuestros gobernantes. El clientelismo opaca la honestidad; difumina los actos de justicia, y nos despoja de exactas prendas morales.
Y si pensamos sobre lo que dice Pere Cervantes, autor de varias obras; deberíamos revelarnos ante la clase dominante y obrar de forma tal que eliminemos de los intersticios de nuestro tejido social los entes de corrupción. Que los culpables sean los corruptos de siempre; y que sean deslegitimado por toda la sociedad.
Estos individuos, ahora recurren “expiar” sus pecados al través de diferentes denominaciones religiosas. Son tan atrevidos que, con todo y el seguimiento de sus actos corruptivos, son capaces de, en cualquier discurso o supuesta orientación, citar cualquier un texto bíblico. Esto es: “A Dios rezando y con el mazo dando”.
El autor es periodista, miembro del CDP en Nueva York, donde reside.