Opinión

Mi ventana óptica Operativos en Capotillo

Por Alejandro Almánzar

Recientemente nos despertamos con un contingente de policías y militares acordonando al populoso y emblemático sector capitalino, pero, no por sus luchas sociales a las que nos acostumbró en los 70, 80 y todavía en los 90, pues el Capotillo actual, contrario a esa época, simboliza drogadicción, prostitución, bancas de apuestas y delincuencia común.

Del barrio que acogió a quienes huían de la persecución política nada queda y pensaríamos que estos muchachos ejercen sus derechos a drogarse y abandonar el reclamo de conquistas para su comunidad después de ser moldeados por clubes que creaban conciencia ciudadana, estos fueron empujados a ese derricadero social por abandono y dejadez oficial.

Una juventud convencida de cambiar las ideas progresistas por puntos de drogas, donde me dicen, algunos se han enriquecido con lo ilícito, mientras su barrio se hunde en la violencia y la injusticia, que borró de cuajo la memoria histórica de tan heroicas luchas por el bienestar colectivo, mientras el gobierno distrae al dominicano con leyes draconianas para acallar a quienes denuncian estos males.

A esta población sólo van a reprimirla, sin llevar solución alguna a males que afectan a niños, jóvenes y ancianos. Nunca hemos sabido que Abinader haya llevado a su Espectáculo Semanal una propuesta para enfrentar la desigualdad de esos espacios carentes de escuelas, hospitales o para solucionar las penurias de jóvenes que viven en las esquinas compitiendo con el bajo mundo cada día.

Muchachos que no estudian, ni trabajan y son quienes regularmente alimentan la presencia de bandas, bancas de loterías y el consumo de drogas y eso demanda recursos que todos sabemos sus procedencias. No es un caso exclusivo del referido sector, lo mismo sucede en Los Mina y otros ensanches de la capital, Santiago y otras ciudades del país, mientras las autoridades se concentran en otras agendas.

Tampoco es nuevo, pues en aquel memorable abril de 1984, durante la poblada, el Capotillo llevó la voz cantante, como fue costumbre, que por allí iniciaron las protestas que de repente abarcaban el territorio nacional y la respuesta es la misma, enviar policías y militares a reprimir.

Clubes como Grupo Avance Cultural René del Risco Bermúdez, Deportivo y Cultural Juventud Progresista, Deportivo y Cultural “Florentino Santana”, Cultural Capotillo, Nuevos Horizontes, Josefa Brea, Restauración, Cultural y Deportivo Flor de la Juventud, Deportivo y Cultural Salomé Ureña y Samuel Santana fueron sustituidos por puntos de drogas, con el propósito de erradicar la ideología de la juventud durante la “Guerra Fría”.  

Así desarticularon las luchas sociales, que fue la bandera de los residentes en Capotillo. Por eso vemos a Hipólito Mejía y Quirino acaparando la atención de la ciudadanía, eso nos dice, que no se trata de esa población marginada, sino que, si individuos con esas reputaciones tienen vigencia, es a la sociedad que debemos militarizar y depurar.

Dos siniestros personajes, que si tuvieran vergüenza no dieran la cara al país. Como vergonzoso es ver a medios tradicionales proyectándolos como si fueran reputadas figuras que engrandecen el ideario de Duarte y la Trinitaria. Por eso el interés en eliminar las redes sociales, para acallar a una población que busca entre los escombros de la política el líder genuino que enrumbe al país hacia lo ético y lo moral, para que, en lugar de operativos represivos, se lleven soluciones a Capotillo.

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